Una de las cosas que los jóvenes cristianos de Alepo comprendieron que debían hacer incluso durante la guerra, era adquirir una buena formación humana y cristiana, una formación sana, verdadera, sin mediocridades. Para ello, pidieron al P. Rodrigo Miranda, IVE, y a sus hermanos, que les dieran charlas de formación periódicas fundamentadas en el Catecismo.