Israel, tan bendecida y privilegiada, debe obedecer la Ley y evitar la idolatría para ser un testimonio a las naciones de la grandeza de Dios, invisible y transcendente, y de sus justos juicios. Moisés repasa lo que sucedió en Baal-peor, en Horeb y lo de la peña golpeada para que no se olviden del pacto que Dios había hecho con ellos. Recalca la importancia de enseñar la Ley a los hijos y nietos, y les advierte del destierro que sucedería si ellos no obedecían. Se mencionan tres ciudades de refugio, figuras de Cristo, al lado oriental del Jordán.
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