Dios espera que sus hijos se amen unos a otros con amor verdadero y sincero.
Debemos servirnos humildemente unos a otros como si estuviéramos sirviendo a Jesús, porque cada persona en la iglesia es un miembro de su cuerpo.
Mientras vivamos en el amor de Dios los unos por otros, ¡el mundo entenderá quién es Jesús!