Nadie podrá negar que el nacimiento de un hijo irradia alegría; la vida siempre es una bendición. No se nace con cerebro unisexo; es algo obvio para los propios ojos: o se nace niño o se nace niña. No hay confusión. Tenemos que resaltar que la vida es un don único e irrepetible. Continuando con esta edición de «Un ancla en la tormenta», el P. Óscar García Mulet, sacerdote y educador, Cooperador de la Verdad de la Madre de Dios de Valencia, España, nos deja claro que no hay engaño en la naturaleza. El gran sufrimiento de los niños no es pasar hambre o no tener móvil o tener problemas de salud. El problema es que no es amado, que no ve un signo de amor verdadero en sus padres…