El P. Rafael nos exhorta a que hablemos con nuestro ángel custodio, a que le digamos: «Ángel custodio de nuestros cuerpos y de nuestras almas, acompañadme en el camino, protegedme de todos los ataques de satanás. No me dejéis. No me abandonéis. Interceded por mí. Dadme buenos pensamientos y hacedme comprender que esos pensamientos provienen de ti, mensajero divino...».