El gozo del Señor es nuestra fortaleza misionera
Hoy la Palabra nos presenta al pueblo reunido como un solo hombre para escuchar la Ley. La reacción inicial es de lágrimas, pero Nehemías y Esdras los invitan a la alegría: “No estéis tristes, porque el gozo del Señor es vuestra fortaleza.”En este mes misionero, comprendemos que la misión nace de la escucha de la Palabra y se sostiene en la alegría que ella nos da.
Apasionados por Jesús y por su pueblo
Hoy la Palabra nos presenta a Nehemías, que ora antes de hablar y pide al rey permiso para reconstruir Jerusalén. La pasión por el Reino exige una entrega radical, sin excusas ni miradas atrás.La misión nace de la oración y se concreta en la fidelidad: reconstruir lo que está en ruinas y anunciar el Reino con decisión.
Vendrán numerosos pueblos a buscar a Dios en ti
Hoy la Palabra nos muestra un horizonte universal: pueblos y naciones de toda lengua acudirán a Jerusalén, atraídos por la presencia de Dios en medio de su pueblo.La Palabra revela la justicia de Dios en favor de los pobres, y esa justicia se convierte en testimonio que atrae a los demás.
Mensajeros de la gloria: servidores del Reino eterno
Hoy la Iglesia celebra con gozo a los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, servidores de Dios y protectores de su pueblo.La visión de Daniel nos muestra al Hijo del Hombre recibiendo de Dios el poder y la gloria eterna, rodeado de millares de ángeles que lo sirven.La Palabra revela la victoria de Dios y la misión de sus mensajeros: defender, anunciar y sanar.
Dios habita en medio de su pueblo
Hoy culminamos una semana en la que la Palabra nos ha enseñado a administrar con fidelidad lo que Dios nos confía. Desde la denuncia de Amós hasta la esperanza de Ageo, hemos aprendido que la vida, el tiempo y los bienes son dones para el servicio del Reino.El profeta Zacarías nos anuncia: “Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti”. La fidelidad se convierte en alegría porque Dios mismo es nuestra muralla de fuego y nuestra gloria