El artículo 725. Cómo escribir un plano secuencia como en Adolescencia se publicó primero en David Esteban Cubero.
Una de las cosas que llaman más la atención de la serie del momento, Adolescencia, es que cada uno de los cuatro episodios está hecho en un plano secuencia. Estamos hablando de episodios que duran entre 50 minutos y una hora. ¿Cómo influye en el guion escribir un plano secuencia tan largo? ¿Cómo lo hicieron en Adolescencia para tener un resultado tan espectacular? Hoy os explico los diez pasos a seguir. Yo soy David Esteban Cubero y esto es Guiones y guionistas.
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Decálogo para escribir un plano secuencia como los de AdolescenciaLa serie Adolescencia de Netflix ha llamado la atención no solo por su temática sensible y actual, sino por la audaz decisión formal de narrar cada episodio en un único plano secuencia. Pero esta no es solo una apuesta estética: es una decisión de guion profundamente coherente con lo que se quiere contar.
El plano secuencia, en este caso, no es una acrobacia técnica, sino una forma de sumergir al espectador en la experiencia de los personajes. Si estás pensando en escribir un guion que utilice este recurso, aquí tienes un paso a paso para hacerlo con sentido narrativo y emocional.
1. Empieza por el porqué: ¿Por qué un plano secuencia?No todo guion necesita un plano secuencia. Antes de dejarte seducir por lo impresionante del recurso, piensa: ¿qué gana mi historia al contarse sin cortes? En Adolescencia, el plano secuencia potencia la inmersión emocional. La sensación de estar encerrado en tiempo real con el personaje refuerza temas como la ansiedad, la violencia latente, el aislamiento social. La técnica se convierte en parte del tono. Así que lo primero es alinear la forma con el fondo.
El plano secuencia puede servir para aumentar la tensión, para mostrar una progresión sin descanso o para transmitir una vivencia subjetiva e ininterrumpida. También puede ser útil para reforzar la sensación de rutina (cuando algo se repite) o de ruptura (cuando algo irrumpe en lo cotidiano). Lo importante es que no sea un capricho. Si lo eliges, que sea porque potencia lo que estás contando. Un guion no necesita lucirse: necesita conectar.
En el primer episodio de Adolescencia seguimos toda la acción de la detención de un menor acusado de asesinato, el traslado a la comisaría, todos los pasos y procedimientos del ingreso de un menor retenido. Al estar contado en plano secuencia realmente sentimos que estamos ahí, con ese menor, y empatizamos mucho con él. Por eso cuando vemos el vídeo es tan impactante.
2. Define la unidad temporal: el tiempo real como aliado dramáticoEl plano secuencia suele implicar tiempo real. Lo que dura la escena o el episodio es lo que dura la acción. Esto elimina el montaje como herramienta de ritmo, pero a cambio te da una poderosa sensación de urgencia, continuidad y progresión. Cada minuto cuenta. No puedes saltar al “después” ni resumir lo que pasó con un corte: todo debe pasar ante nuestros ojos.
Esta decisión tiene consecuencias dramáticas. Obliga a que todo lo que ocurra en escena tenga sentido y peso narrativo. Si hay un silencio, es porque ese silencio está diciendo algo. Si el personaje espera en una sala vacía, es porque esa espera revela algo esencial. El tiempo real, bien manejado, genera una tensión particular: todo está ocurriendo ahora, y nada puede detenerse. Es una escritura que exige concentración absoluta.
El tercer episodio contempla el encuentro entre una psicóloga y el joven acusado. Estamos con ellos los 50 minutos del encuentro. Pasamos juntos por los momentos de tanteo, relajo, tensión, explosión y vulnerabilidad del joven. No hay elipsis. Todo tiene peso en la historia. Por eso cuando la psicóloga se consigue relajar al final entendemos la tensión que ha tenido en la historia.
3. Establece los límites espaciales: escenarios acotados y orgánicosEl espacio, en un plano secuencia, es casi un personaje más. No puedes hacer saltos geográficos, así que necesitas diseñar un entorno en el que la acción se pueda desarrollar de manera fluida, orgánica, continua. Un instituto, una casa grande, una planta de oficinas, una calle del barrio. Lugares con suficiente variedad, pero con lógica interna. El espectador debe sentir que ese espacio tiene sentido.
Además, el espacio tiene que acompañar emocionalmente al personaje. No solo debe ser funcional, sino simbólico. En Adolescencia, los pasillos del instituto no son neutros: son laberintos, son cárceles, son zonas de presión constante. Los espacios abiertos pueden ser tan opresivos como los cerrados si están bien escritos. El guion debe tener en cuenta cómo cada puerta, cada giro, cada cambio de ambiente modifica el tono de la escena.
En cada episodio de Adolescencia hay un gran espacio central: la comisaría, el instituto, el centro de reclusión o la casa de la familia protagonista. Pero no se limita solo a ellos. Hay traslados en los que seguimos a los personajes de un sitio a otro. Unas veces vemos a los coches desde fuera, con tomas aéreas, y otras desde dentro, siguiendo los diálogos de los personajes. El making off del rodaje nos muestra la dificultad de pasar la cámara de un operador a otro o cómo la fijan en un dron sin cortar la acción. Hay virtuosismo técnico pero va al servicio de la narración.
4. Adopta un único punto de vista: la cámara como concienciaEl plano secuencia obliga a elegir desde qué punto de vista se cuenta la historia. La cámara, sin cortes, se convierte en una especie de conciencia flotante que sigue a un personaje. Eso genera una fuerte identificación: el espectador se convierte en testigo privilegiado de su recorrido, sus decisiones, sus emociones. No puedes mostrar lo que pasa en otra habitación si tu protagonista no está ahí. Y eso, lejos de ser una limitación, puede ser una gran virtud narrativa.
En Adolescencia, hay episodios que adoptan puntos de vista de personajes distintos, pero siempre manteniendo la regla: una sola cámara, un solo recorrido, una sola conciencia. Eso permite explorar distintos lados del conflicto general (el asesinato, la cultura adolescente, el entorno escolar, la familia) sin perder coherencia formal. Puedes escribir un episodio desde el punto de vista de la víctima, otro desde el del acosador, otro desde el de un testigo. El punto de vista no es solo una elección técnica: es una apuesta ética.
Además, puedes elegir momentos donde abandones a tu protagonista y muestres otros personajes. Importa lo que vemos y lo que no vemos. Mientras que en los dos primeros episodios seguimos principalmente al policía, en el siguiente será a la psicóloga y en el último al padre de familia. Pero también los abandonamos a veces para ver qué les pasa a otros personajes y los retomamos más adelante.
5. Construye desde el ritmo, no desde la acciónUn error común es pensar que un plano secuencia necesita estar lleno de acción para no aburrir. Pero no se trata de eso. Lo que necesita es ritmo. Y el ritmo se construye con tensiones, giros, sorpresas, pausas estratégicas. El guion debe tener una progresión dramática clara, aunque esté construido con silencios, con miradas, con roces. Cada elemento debe estar al servicio de ese flujo emocional.
Piensa tu guion como una coreografía: todo está en movimiento, incluso cuando los personajes están quietos. Hay que alternar momentos de intensidad con otros de respiro, sin perder la tensión subyacente. El ritmo puede venir de una conversación, de una mirada sostenida, de una puerta que no se abre. Pero nunca puede venir del corte: todo debe estar en el presente, evolucionando frente a nuestros ojos.
También puedes sorprender con sucesos inesperados, como la alarma de bomba en el instituto o el ataque de ira en la charla con la psicóloga. Son momentos donde se cambia el ritmo de la escena incrementando la tensión.
6. Explora nuevos protagonistas y temas por episodioSi estás escribiendo una serie, una forma de mantener fresco el recurso es cambiar el foco en cada episodio. Adolescencia lo hace con brillantez: cada entrega sigue a un personaje diferente, lo que permite abordar un nuevo conflicto o una nueva perspectiva del conflicto central. Así, el plano secuencia no se vuelve repetitivo, sino que se renueva con cada mirada.
Esto te permite mantener la coherencia formal (un solo plano secuencia por episodio) y, al mismo tiempo, desarrollar un mosaico narrativo complejo. Cada personaje arrastra su historia, su tono, su conflicto. Eso da variedad emocional y permite que el espectador construya una visión poliédrica del tema general. El guion se convierte así en una serie de monólogos coreografiados, que se responden entre sí sin necesidad de cortar.
En los dos primeros episodios de Adolescencia vemos el punto de vista del policía que detiene al acusado e investiga las razones del crimen. Al tener un hijo en el instituto donde van la víctima y el acusado, también vemos cómo le afecta como padre. El tercer episodio se centra en el acusado y los intentos de la psicóloga de entenderlo para dar un veredicto. Y el cuarto episodio se centra en la familia del acusado y las consecuencias que el fecho ha tenido en sus vidas. Se elige que este sea el último porque ayuda a dar el mensaje de los autores con la serie, que es que los padres se pregunten si debían haber hecho algo más para evitarlo.
7. Planifica los cruces: encuentros que transformanEn un guion tradicional, puedes saltar de una escena a otra y presentar a un nuevo personaje en cualquier momento. En un plano secuencia, cada encuentro debe estar cuidadosamente diseñado. Si un personaje entra en escena, tiene que haber una razón narrativa y emocional para ello. No es solo alguien que pasa: es alguien que empuja la historia hacia otro lugar.
Los encuentros son puntos de inflexión. Un profesor que interrumpe una conversación, una mirada cómplice entre dos alumnos, una confrontación inesperada. Cada aparición debe transformar algo: el rumbo físico, la emoción dominante, la relación entre personajes. Como no puedes cortar, los giros tienen que venir desde dentro, desde la interacción. Eso exige escribir cada aparición como si fuera una mini escena dentro del flujo continuo.
El episodio donde más se ve esto es el del instituto. Cada cruce de los policías con algún profesor o alumno aporta a la narración y a ayudar a desvelar el misterio de las motivaciones de Jamie para realizar el asesinato.
8. La tensión como clima, no como explosiónEn vez de apostar por un gran clímax al final, el guion en plano secuencia trabaja mejor con una tensión constante. El clima de inquietud, de peligro, de incomodidad, se construye desde el minuto uno y no se suelta. No hace falta que haya una pelea o un disparo: basta con que el espectador sienta que algo está por pasar y no sabe cuándo ni cómo.
Eso exige una escritura muy afinada. El subtexto se vuelve clave: lo que no se dice, lo que se oculta, lo que se sugiere con una mirada o un silencio. El espectador debe estar leyendo las señales como un detective emocional. En ese sentido, escribir un plano secuencia es más parecido a escribir una escena de suspense que una de acción. La tensión está en el aire, no en los golpes.
9. La ambigüedad como motor dramáticoUno de los mayores logros de Adolescencia es la ambigüedad moral de sus personajes. Nadie es completamente bueno ni completamente malo. El plano secuencia, al eliminar el montaje manipulador, deja al espectador solo frente al comportamiento de los personajes. Y eso obliga a mirar con más atención, a juzgar menos y a sentir más.
Tu guion puede jugar con esa ambigüedad. Mostrar contradicciones, dudas, errores, impulsos confusos. El plano secuencia no te permite esconder nada, pero tampoco te obliga a explicarlo todo. Eso genera una ética narrativa muy poderosa: el espectador no recibe respuestas cerradas, sino preguntas abiertas. Y eso, cuando se trata de temas delicados, puede ser mucho más valiente.
Uno de los lados que eligen no desarrollar en la historia es la historia de la víctima. Sabemos poco de ella, de su familia. Tan solo se la ve en alguna foto. Ella está muerta y no se puede defender. Tan solo sabemos lo que otros dicen de ella.
10. Termina con una salida potenteEl plano secuencia no permite un fundido a negro con música emocional. Necesita un final claro, seco, preciso. Una imagen que se quede grabada, una frase que resuma el viaje, una puerta que se cierra. El último plano tiene que funcionar como una conclusión emocional, aunque no lo sea racionalmente.
Ese final debe estar escrito desde el principio. Tiene que ser el destino natural del recorrido, pero también una pequeña sorpresa, una revelación. No puede sentirse forzado. Si has construido bien el camino, el final será inevitable. Y, como no puedes cortar, tiene que ser una imagen que diga todo sin decirlo todo. Como un último latido antes del silencio.
El final de la serie, con el padre de Jamie llorando en la habitación de su hijo que se ha declarado culpable es bestial. Habla de la impotencia del personaje y su desgarro: “Lo siento hijo, debí hacerlo mejor.”
El artículo 725. Cómo escribir un plano secuencia como en Adolescencia se publicó primero en David Esteban Cubero.