Queridos hermanos, adorar a Dios no es solamente cantar, levantar las manos, palmear, cerrar nuestros ojos, llorar o arrodillarse. Adorar a Dios es también extenderle la mano al hambriento, practicar la justicia, respetar al pobre, abrigar al huérfano y a la viuda. También es mirar con simpatía al hermano y socorrerlo en sus necesidades. En esta Navidad no refrenes ese deseo hermoso de ayudar a tu hermano en necesidad.
Marcos 12: 28-31
Serie: «Cristo Brillando En La Navidad»
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