Universidad Abierta de Recoleta
Education
Yo tengo una vecina que le puse la Vieja Julia po. No tenía idea cuál era su nombre, pero uff que me tenía chato con su aspiradora a las 5 de la mañana, o la tele a todo chancho… pero todo el día.
Eso sí... hace unas semanas como que cambió la cosa.
Al principio fue bacán igual el silencio, no lo niego, pero después me anduve preocupando. No será que la señora se fue pal patio de los callaos. Cada vez que iba al balcón estiraba el cuello a ver si la veía por ahí, y nada. Le toqué la puerta y no pescó.
Ya medio desesperao agarré la guitarra y me puse a cantar unos boleros en el balcón, su Negro Farías..., a ver si la Julia en una de esas se asomaba. Andaba terrible desafinao sí, así que unos guarisnaques…, pero no aparecía la señora.
De porfiao no más. Todos los días lo seguí haciendo a la misma hora. Hasta que asomó su cabecita. Se notaba bien desaliña la Julia y se movía lenta, le costaba sostener su tacita. Preocupado, paré de tocar y le pregunté cómo estaba. Me retó poh, me dijo que no parara. Así que estuvimos ahí toda la tarde, sin hablar, guitarreando y compartiendo un tecito. La verdad es que en el fondo, igual necesitaba yo la compañía.
Así pasaron los días, y de a poco nos fuimos abriendo. Yo le conté que no ha estado buena la cosa, hace meses no veo a mis cabros y ni siquiera he hablado con mis papás. Parece que ella también la ha pasao mal, porque se agarró con su hija y no ha podido ver a su nieto. Pero agarró papa y empezó a decir que no tenía razones pa seguir viviendo, que no servía pa nada y que iba a dejar de ser un cacho. La mea volaita. Traté de ayudarla y decirle que debería ver a una profesional, pero... no sé po.
Algo tenía que hacer entonces, no podía dejarla… menos ahora. Me empezó a recordar a mi mamita. ¿Cómo estará?
Le ofrecí a la vecina ir a comprar sus cosas, no sé, ir a buscar algo a la farmacia, cualquier cuestión. Se puso contenta la señora, estaba bien solita, igual que uno. Saqué el permiso, pesqué la bici y me fui no más.
La hice corta y aproveché de pasar a ver a mis papás. Los pillé por sorpresa, mi mamá se puso a llorar, mi papá se puso a llorar, yo me puse a llorar. Pero fue lindo igual. Están viejitos. Hay que aprovecharlos po. Nunca más, les prometí. Y me retaron por mal agradecio, aparte porque no he pasao a ver a los niños. Les dije que mañana sin falta.
Entonces cuando llegué, la Julia me tenía preparado unos pancitos pa darme las gracias. Así que después de pasarle las cosas, nos sentamos cada uno en su balcón y tomamos una oncecita. Me pidió que le enseñara a usar el Instagram pa hablar con su nieto, porque si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Le pedí que le bajara los ruidos sí po, y chocamos los codos para sellar el acuerdo.
Empezó a hacerse de noche, así que calabaza no más, hasta mañana. Eso sí, antes de entrar le pregunté el nombre, y resulta que al final sí se llamaba Julia. Las cosas de la vida.
Create your
podcast in
minutes
It is Free