Universidad Abierta de Recoleta
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Todos y todas quienes vivimos en Chile sabemos que la explosión social del 18 de octubre de 2019 se ha transformado en un hito refundacional para este país. Principalmente, porque la sociedad neoliberal construída a partir de la Constitución de 1980, en plena dictadura cívico militar, tiene sus días contados. Se agradece, por supuesto, que se ponga fin a este modelo social, considerando que la lógica neoliberal desmanteló gran parte del aparato estatal, entre ellas la salud pública, lo que ha derivado en nuestro pésimo desempeño durante la pandemia producida por el COVID-19.
En los albores de una nueva Constitución, surgen voces de diversos sectores sociales, como los pueblos originarios, exigiendo participación para que esta sea la primera Constitución escrita y promulgada por el pueblo, y no “cocinada” entre cuatro paredes por la élite económica, social y militar.
Para ese fin, el movimiento feminista ha planteado la necesidad de que la convención sea paritaria, es decir, compuesta por 50 % hombres y 50 % mujeres. Miriam Henríquez, doctora en ciencias jurídicas de la Universidad de Santiago de Compostela, esgrime a favor de la paridad a través de un artículo de opinión en el diario La Tercera (2019). Sostiene que, al ser las mujeres el 51 % de la población, aportan con experiencias de vida, con inteligencia y capacidades al país, por lo mismo, su voz debería ser escuchada ya que también deberán vivir bajo esta Constitución. Por eso, si bien reconoce que las cuotas son una medida temporal, serviría para compensar la desnivelación en la representación política femenina.
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