Universidad Abierta de Recoleta
Education
A finales de noviembre del 2019, en pleno estallido social y sin saber aún de la pandemia que estaba por llegar, la en ese entonces Ministra de Educación, Marcela Cubillos, actual Directora Ejecutiva del think tank Libertad y Desarrollo, vociferaba acerca de un presunto adoctrinamiento político en los colegios de parte de los profesores. Esto, a raíz de algunos videos que comenzaron a circular con niñas y niños repitiendo cánticos, los mismos que se multiplicaban en las calles y, seguramente, en más de un hogar, contra el actual presidente de la República y de otras consignas como el fin de las AFP.
Por supuesto, el Colegio de Profesores levanta una alerta respecto a la falta de reflexión y el alarmismo exagerado de la hoy exministra. Mario Aguilar (Sabes, 2019) cuestionó las cifras que entrega Marcela Cubillos, ya que se habló de 28 denuncias, cuando en Chile se sabe que hay 7 millones 500 mil apoderados.
Se sumó también el vocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), Víctor Chanfreu, quien dijo que son los propios secundarios los que se "autoforman" políticamente. Según sus palabras: "Están buscando la justificación como si estuviéramos adoctrinados desde los liceos, cuando los secundarios históricamente hemos tenido la capacidad de autoformarnos entre los compañeros en las tomas, paros y asambleas" (T13, 2019).
Toda esta parafernalia comunicacional, y este populismo legislativo, se cae a pedazos cuando la misma Constitución que ella defiende señala que la enseñanza reconocida oficialmente no puede orientarse a propagar tendencias político partidistas, teniendo el Ministerio y la Superintendencia instrumentos para combatir aquello. Por supuesto, si se trata de proyectos educativos, pero no respecto a las prácticas individuales (Cristian Bellei, 2019).
Al final, pareciera ser que siempre la respuesta se basa en el enfoque punitivo de reglamentos, sanciones y multas. Por supuesto que es deleznable adoctrinar, pero esto, no debe confundirse con crear un espacio académico y educativo para abordar los temas que tienen relación con la vida democrática. Espacios de participación para canalizar y problematizar esos cantos que escuchan en las casas y en las calles, ya que los niños, niñas y adolescentes pueden ver el mundo a su alrededor y opinar al respecto. Esto no es solo necesario, sino imprescindible como parte de los procesos educativos en todos los niveles.
Como dice COES (2019), el aula debe ser un espacio de libertad y confianza. Un proyecto legislativo como el que pretendía impulsar Marcela Cubillos sobre el adoctrinamiento político, solo logrará regular la conversación y el debate en el aula, limitando el pensamiento crítico, la reflexión y la argumentación de ideas, coartando la libertad docente e impactando negativamente el desarrollo cívico de las y los estudiantes
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