Universidad Abierta de Recoleta
Education
Cuando miramos nuestra experiencia de ser mujer, ineludiblemente re-miramos la relación con nuestras madres y abuelas, particularmente, sus enseñanzas, sus saberes y sus formas de ser mujer.
Como hijas de nuestras madres, luchamos con las tensiones y contradicciones que ellas han sembrado en nosotras, en relación con cómo vamos a ser en este mundo. Mujeres con esperanzas, sueños y energía creativa.
En este punto, preferimos aprender a cuestionar el patriarcado en lugar de negar a nuestras madres, para no despedirlas de nuestras vidas. Por ello, todas hemos tenido la ocasión de pensar o enunciar: “No voy a ser mi madre, ni mi abuela, con su autosacrificio y todo ese sufrimiento silencioso. Demonios, no. No aquí, no yo''.
Al asumir las lecciones contradictorias que implican enseñar y aprender a ser y no ser del hogar, a ser autosuficiente y soñar más allá de las posibilidades de nuestras madres. Alentadas a valernos por nosotras mismas, pero al mismo tiempo, enseñadas a ser sumisas, porque esta actitud es bien valorada en una sociedad patriarcal.
Así, recogemos consejos como “Hija, sea comedida y amable, porque una persona que cumple con estas condiciones encaja en cualquier parte”, lo que se suma a la enseñanza de trabajar duro, “Porque la gente siempre está feliz de tenerlas, porque nunca se quedarán sentadas, siempre ayudan”.
De ese modo nos vinculamos con nuestras madres, en lugar de criticarlas como símbolos del poder patriarcal. Sin embargo, inevitablemente surge la pregunta ¿qué es, entonces, lo que nos enseñaron nuestras madres? En este contexto, aprendimos a cuestionar restricciones impuestas y hacer preguntas peligrosas como ¿por qué los hombres tienen que ser servidos primeros?
Create your
podcast in
minutes
It is Free